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Antonella Stefania Martini home page Antonella S. Martini


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Camino truncado
© Antonella S. Martini

[Traducido por Ezio Torres Guevara. E-mail: eztorres@tin.it]

Gloria buscaba en sus recuerdos alguna cosa de positìvo del hombre que amaba, cualquier cosa, aunque insignificante a la cual agarrarse, ese resplandor que se ve cuando se ama sinceramente, pero de aquella luz, que tal vez era solo artificial, no quedaba nada. Ahora las imàgenes sombrìas de el restituian palabras inmundas dichas con pasiòn perversa, con el ùnico objetìvo de arrancarle la serenidad ,hundirlas en el dolor que destruìa cualquier certeza. Las lagrimas unidas al maquillaje atravesaron el rostro y se perdieron allì sobre la piel desnuda del cuello. Era el final para siempre. Sintiò su cuerpo pesado mil toneladas, y sus piernas dos finas ramillas de claveles; tratò de levantarse hasta conseguir acercarse al telèfono. Intentaba comprender que cosa les habìa sucedido a ello, su hermana, ella y aquel hombre Danilo, a quien se habìa entregado totalmente. Cogiò la corneta apuntò el ìndice sobre el teclado y compuso el nùmero, esperò un momento que ella le pareciò interminable, luego la voz y el bip del contestador. Hubiera querido decir algo, pero las palabras se le atascaron en la garganta. Quizàs,con la ayuda de un bolìgrafo hubiera sido capaz de exprimir lo que la consumìa dentro. "Què tal , como va todo por aquì ?" "Bien gracias y tù?" Respondiò a Giorgio, el amigo intimo de Danilo, tambièn su socio. "Lo bebes un carajillo ,que afuera hace un frìo desgraciado ?" "Si lo bebo ,por que asì consigo camuflar el sabor de cafè quemado que vendèis aquì dentro." Me acomode en una de las sillas ,entre dos escaparates. Tenìa que reconocer que Danilo habìa refaccionado el local con lujo de detalles y cada rincòn era limpio y reluciente que evidenciaba una elegancia exquisita y sofisticada. Cogì el periòdico y lo extendì sobre la mesa manteniendo asì las manos ocupadas y ocultando de esta forma el sudor que llevaban, llenas de tensiòn. El vaho habìa empanyado todos los cristales y a travès de ellos se veìa la ciudad levantarse y sacudirse. Concentrada en la lectura no me dì cuenta de la figùra que se encontraba detras mìo. Girè lentamente apuntando directamente la mirada hacìa los ojos de Danilo. Orientè la vista a cualquier parte, estaba ahì por un motivo que jamàs podrìa compartir con èl. No despuès de todo lo que leì en la carta que me entregò el portero meses atràs. Luego de la muerte de Gloria decidì marcharme, su inesperado suicidio me habìa trastornado, digamos Gloria era mi hermana gemela, pero nuestra relaciòn no era del estilo neuro-morboso como aquellos delineados maravillosamente y que leemos o vemos a diario en las novelas del corazòn o en las pantallas cinematogràficas, Gloria y yo eramos simple y sencillamente "hermanas"; nuestra relaciòn era a veces resquebrajada de infimas y ridìculas rivalidades: obtener un mimo de nuestra madre, un regalillo màs de los abuelos, un beso que arrebatar a papà. Pero al final siempre terminabamos por acercarnos con la misma naturalidad con la que nos habiamos alejado y discutido. Creciendo habiamos aprendido a confiar la una de la otra y viceversa sin vivir ningun tipo de dependencia. Tiempo atràs habiamos perdido a nuestros padres;el bar donde me encontraba ahora era la herencia que nos dejaron. Pero un dìa nuestros senderos se entrecruzaron con los de Danilo haciendo retumbar el amor en un corazòn demàs. El era seductor,agradable y por que no decirlo: guapo, puedo reconocerlo era hermoso. Yo decidì renunciar tanto a èl como al bar dejandoselos a Gloria , que de las dos parecìa siempre la màs fràgil. O tal vez tendrìa que reconocer que mi anima gitana y aventurera me empujaban hacia otras rutas. No obstante los cambios introducidos por Danilo, el bar me proyectaba constantes fragmentos de memoria pasada; quimeras extensas y breves que se repetian continuamente. Grandes ilusiones que se recidivan permanentemente mientras colocaba -chopitos-encima de la barra del bar ,espumaba la leche para los capuchinos y mezclaba los diversos tipos de pepitas de cafè en la cafetera. Mientras permanecìa fija en mis recuerdos comenzaron a venirme en mente diversas cosas hasta los rostros fintos de mis familiares que luego de la muerte de Gloria me habìan prometido toda la ayuda posible, y por el contrario no habìa transcurrido ni un mes que sus llamadas comenzaron a hacerse cada vez màs espaciadas hasta esfumarse en la nada. "Te veo muy bien ,estàs mejor ,ademàs lo importante es que trabajas, no? Tambièn està Danilo, un tipo estupendo, no?" Estaba enojada con todos, pero màs que todo con ella que me habìa dejado sin palabras. Al contrario me equivocaba. Las palabras las habìa encontrado y me las habìa hecho llegar, solo que demasiado tarde. "Podrìas alojarme algunos dìas? " Necesito un poco de tiempo para reflexionar! dije intentando sondear las intensiones de Danilo. "Què, no sabes aùn que haràs en el futuro? No me gustaba para nada la mirada basta que tenìa." Lo mirè a los ojos con una expresiòn de asombro. "Bromeaba! Sabes, es que ...." se tocò los cabellos con la mano izquierda que despuès introdujo en el bolsillo del pantalon de forma nerviosa. "Es que no vivo solo. Es por eso." "Si, supongo." Modelè una sonrisa estupida, de esas que te salen cuando no tienes el coraje de decir en la cara aquello que se piensa sinceramente.Continuaba a perder tiempo. La puerta de ingreso chirriò lentamente volteandose hacia un grupillo de hombres con cara de frìo que entraba por una bebida caliente y consistente. Danilo, se puso junto a la barra del bar. Cerrè los ojos por un instante. Para darme todavìa una ùltima pizca de tiempo, tiempo para reflexionar. Habìa tenido seis meses para exprimirme y ahora que habìa penetrado en sus ojos entendì que era la ùnica cosa que podìa hacer. Esperè a que el ùltimo cliente se retire del negocio, me levantè despacio caminando con direcciòn a los aseos, una vez dentro abrì la mochila y deslizè con las manos temblorosas la pistola automàtica que llevaba en su interior en aquellos meses habìa pensado tambien a la forma y una pistola era la ùnica cosa que podìa darme el coraje necesario: una pistola es frìa, potente e impasible. El carajillo o mejor dicho, la mezcla de cafè y cognac comenzaba a hacer efectos: adrenalina con descargas de òdio colmaban la sangre de mis venas. El odio habìa corroido una a una las cèlulas de mi cuerpo y tirado al viento cualquier esperanza, un odio no tan solo originado del descubrimiento que mi gemela se habìa cortado las venas por culpa suya, de Danilo, un hombre que la habìa embrollado para casarse y hacer de modo que luego, Gloria, se sintiese solo un amor desechable, tambièn por el hecho que èl le habìa hecho creer que la relaciòn que estaba viviendo con otra mujer, esa otra, fuese yo. Salì cargandome de sangre frìa y aplomo. El estruendo de los disparos descerrajados sobre Danilo retumbò al interior del bar, la vitrina explotò en mil astillas que remolinearon brillantes en el aire. Me dì vuelta, apunteè la pistola contra Giorgio: sus lagrimas suplicaban piedad. No tenìa nada contra èl mi mano temblò, lagrimas sinceras rodaron de mis ojos, pero el trayecto hasta la frontera habìa que recorrerlo en el menor tiempo posible. Sus gritos me atormentaràn por toda la vida. Lo deje allì,chorreando sangre, con la esperanza de que no muriese. Una vez afuera me echè a correr, fuè en aquel momento que me dì cuenta de aquello que habìa hecho. La visiòn de la sangre regada por todas partes me hizo entender que estaba escapando hacia un camino truncado para siempre.

 


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ultimo aggiornamento
maggio 2000